lunes, julio 13, 2009

Pasado.

Se va acercando el verano. Los días se dilatan y la noche se hace perezosa para aparecer. Gente, gente, gente….
En Las Vistillas fluye un río de personas que observan, escuchan, ríen, charlan, y tantean, palmo a palmo, al empuje de los cuerpos que se entrechocan. Bailén, Mayor, Sol, La Cruz… va haciendo un paseo insondable por las profundidades de los festejos a unos metros más adelante que el grupo. Gira su cabeza a derecha e izquierda, otea, sonríe recordando ciertos momentos e imagina que ese vacío que ocupa su lado diestro se transforma en una mano sujetando los sueños por una acera cualquiera. Canturrea y coloco la visera de su gorra americana, buena disimuladora de calvicies. Susurra un nombre….
Y vuelve a la conclusión repetida: todo tiene un nombre propio. Pero ya son cerca de las nueve y no ha anochecido aún. La noche y él son una pareja perezosa.

“La alta noche borra
mis huellas.

En la embriaguez soy
eterno.”
José María Álvarez

Alguien que pasa a su lado lleva un perfume conocido. Entre los caminos polvorientos surgen amaneceres de rosas y besos, explosiones infinitas de fuego de artificio que iluminan su rostro, su cigarrillo y el resto de whisky que aún sostiene entre sus manos. Un abrazo, un saludo bajo la música estridente, tres palillos rotos con una escopeta de perdigones y varias caídas de un toro mecánico al alimón con desconocidos: pequeñas sensaciones rezumantes para no conseguir un olvido. Entre los caminos polvorientos surgen aguas del pequeño lago que reflejan las estrellas, oscuras sendas desconocidas llenas de misterio, notas de música lánguida que me despiden en la lejanía, orquídeas imposibles, dragones, niñas perdidas…¡Peter Pan debe de andar cerca!

../..”Porque por ti yo he sido, yo soy música,
ritmo veloz, cadencia lenta, brisa
de los juncos, vocablo de la mar, estribillo
de las simples cigarras populares.
Porque por ti soy tú y seré por ti sólo
lo que fuiste y serás para siempre en el tiempo.”
Rafael Alberti





../..”Atrás
quedó una cuneta donde se desgajan
las costillas de algún can peregrino”.
Boris Lubernieff

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