miércoles, agosto 26, 2009

Presente.

A veces pienso que el azar es la prueba definitiva de que los hilos aún no han sido rotos. Manos invisibles se mueven en las sombras convirtiendo nuestras voluntades en simples gestos de marionetas.

Así comienza Sirenas varadas en archipiélagos de luz, una de las narraciones más bellas (y nunca editada) de mi amigo Luis Felipe Muñoz. Escrita hace mucho tiempo (1988) me he propuesto releerla ahora que ando de recogidas y remozos en mi hogar. No es lo más indicado para unos días de vacaciones (lo del remozo, me refiero) pero la obligación está antes que la devoción.

Madrid sigue caluroso (esta jodida habitación parece una sauna) y, poco a poco, sus gentes regresan de los días de asueto: pilas cargadas para todos!!
¿Qué novedades habrán traído tales vísperas pasadas? Ya veremos.
Mientras tanto, hagamos de la paciencia una virtud para que todo se haga llevadero (más llevadero se lleva, es cierto, cuando no hay que acudir al trabajo)
Amén.

2 comentarios:

  1. No es el azar lo que nos mueve, sino nuestra voluntad y nuestras actuaciones. Como dijo el sabio, somos la consecuencia de lo que hacemos y de con quién lo hacemos. Espero que los remozos te permitan seguir escribiendo.

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  2. Puedes ser: siempre los actos conllevan reacciones. Aunque prefiero creer, igualmente, que el azar (¿destino?) también juega con nuestro tiempo de cuando en cuando.
    Gracias por el comentario y por el ánimo.

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