martes, mayo 25, 2010

Pasado.

A él le gustaría escribir un montón de alegrías. Rozar con la pluma la suave mejilla del entendimiento, acariciar con la punta de los dedos (¡habrá cosas imposibles!) una actitud incomprendida para trastocar un hecho, sumar una palabra (“llamémosla equis”) sobre el tapiz de la lengua huidiza, equidistante a cientos de pensamientos de un nexo improbable, esperar lo inesperado.
Y en un momento de lucidez piensa que da lo mismo. Que todo lo que sea conocer el resultado de las acciones no importa en absoluto porque ya se sabe, y hace tiempo que se extinguieron los arquitectos de cimientos etéreos, reciclándose en prestidigitadores del propio engaño y la eterna mentira, porque nada surge de la varita de la improvisación. Y lo sobrenatural esperado no deja de ser un truco de manos que roba relojes al tiempo: nada por aquí, nada por allá, nada para nada.
Ante ustedes, fiel audiencia, el peor mago del mundo conseguirá convertir frases cansinamente repetidas en magníficas sensaciones puras que gratificarán sus ojos, transitoriamente, para disfrute de pequeños ratitos, escoria de un todo e insignificante porcentaje de subsistencia, que alegrarán los minutos ociosos sobrantes en las grandes magnitudes.
O, en caso contrario, se les devolverá el dinero.

“Siempre me quedo colgado de ti
como un tren sin vía.”.../..
Lorenzo Puy

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