martes, junio 22, 2010

Pasado.

Acaba de rematar una nueva carta manuscrita cuyo destino, utilizando una afortunada lógica y un sentido común aplastante, ha sido cambiado, y termina rota en mil pedazos en la papelera. En un principio, quemarla habría sidota opción más correcta pero, ante la posibilidad de crear una comunidad de bonzos entre sus compañeros, opta por la rasgadura limpia del papel (“Dust in the wind”- dicen Kansas) Todo ha quedado en un poco de ejercicio para la muñeca y unas leves expresiones que flotarán por encima de la mesa como el humo del cigarrillo que, tranquilamente, se consume sobre el cenicero. Volutas quemadas habitantes del olvido.

../..”Sé que es inútil. Llegar a casa,
ponerme aquí delante y redactar
quince o veinte líneas, qué más da,
esta especie de salvoconducto
a ninguna parte.”
Roger Wolfe

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