lunes, marzo 29, 2010

Pasado.

La arena, juguetona y viajera, se cuela con disimulo dentro de los zapatos. Cada paso es un mecerse en una sensación de hormigueo que recomienza una cuenta atrás. Se sube la cremallera del abrigo: a pesar del tímido sol de mediodía el viento cala el cuerpo entrando por las rendijas de las costuras.
El parque sigue aquí. Como siempre. Como en los últimos veinticinco años. Como en la última vida. Y le recibe con el tacto sensible del padre que coge a su recién nacido e intenta abarcar todo su amor en un gesto cuidadoso de ternura y cariño.
Los árboles, inmensos, intentan alcanzar la nube más lejana, o bien, abarcar la extensión más grande hasta donde sus largas ramas puedan llegar. Un mirlo picotea bajo los helechos, apartando las hojas secas, en busca de un tesoro perdido. Todo el entorno huele a nostalgia y melancolía.
Y se pregunta qué motivo le ha hecho cabalgar hasta cruzar la puerta que separa el presente del pasado, la puerta que amansa su futuro, con la duda sempiterna de no saber diferenciar entre qué ha hecho de su vida o lo que la vida ha hecho de él. Y se responde que, para todos, solamente es una cuestión de prioridades con un único fin. Y de los caminos, de los senderos olvidados, vuelven a resucitar los muertos, cada vez más numerosos, que acompañan su andadura permanentemente. Los rostros -jóvenes, maduros, impasibles, dulces, añejos, próximos, olvidados- clavan su mirada en el gesto imperturbable inquiriendo una contestación que no existe, una acción que se omite, una palabra no referida. Agachando la cabeza, la lluvia corre libremente y sin disimulo hasta chocar contra el pecho.
Una llamada inoportuna (todas son inoportunas excepto una, sorda hasta el momento) rompe el silencio y el rumor de las hojas. Su voz resquebraja la quietud y promete, solemnemente suena, una gestión rápida y una ponderación auténtica. Cuelga y sigue viviendo.

../.."Soy el último vómito del pez
que me arrojó a esta playa
y no sé hacia qué punto caminar.
Sobre esta arena húmeda, uniforme,
que se extiende ante mí
no veo rastro alguno de aquel tiempo
ni huellas que me indiquen un destino."../..
Alejandro Céspedes

miércoles, marzo 17, 2010





















Presente.

Fue en Julio de 2008 cuando pude disfrutar plenamente de la amistad de Anna Bresolí y de su hermano Jordi. El día 28 de ese mes, en el Café de Teatre del Excorsador, en Lleida, hicimos un recital de poesía en el que también estaban el amigo Paco Caro y Carles M. Sanuy. Una experiencia maravillosa con una gente excepcional.

Anna es una excelente fotógrafa, de exquisita sensibilidad, y allí me obsequió con unas fotografías suyas de una serie titulada Esperando noticias tuyas. Reconozco que me impactó la técnica y la temática de las imágenes y le ofrecí a Anna el escribir un breve pie de imagen para cada fotografía y crear, así, un pequeño toque literario a esa maravillosa obra.

De aquella idea surgieron unas letras que entregué a Anna Bresolí (tarde, debo reconocerlo, porque me costó un esfuerzo superior el intentar estar a la altura de la creatividad de Anna, sin conseguirlo) que mi amiga ha plasmado maravillosamente en su obra.

Podéis contemplarlo en la página web de Anna (el enlace está a la derecha). Junto a I´m waiting news for you (título final que le ha dado) hay otra serie maravillosa titulada El mundo de la fantasia se derrumba. Sus personajes ya no quieren vivir. Os dejo un par de fotos (una de cada serie) para que sirvan de aperitivo.

Gracias Anna, muchas gracias.

jueves, marzo 11, 2010

Pasado.

../.."Antes, cuando aún no existían mis manos,
tu cuerpo era mentira."
Raúl Nieto de la Torre

La mañana continua helada como la nariz de un esquimal. La soledad de los caminos se pinta en blanco de frío por las lindes del polígono industrial. El silencio se rompe con la música tarareada que se bailaría en este momento, mientras el tiempo se detiene y ahora es como hace diez años: el mismo paisaje con los mismos personajes pero con distintos sentimientos. El gélido sol calienta los recuerdos con la tibieza de una sonrisa: ¡cómo no recordar los párpados bajo los flequillos rebeldes!

../.."El futuro es un barco atracado en la noche
y el pasado una fruta que devoré sin hambre."....
Rodolfo Serrano

Esta maldita sensación de indefinida tristeza le hace detenerse, de vez en cuando, en alguna cuneta olvidada del inmenso páramo helado. La tierra se pierde entre montañas imaginarias y valles soñados, tras el humo de un cigarrillo que se evapora confundido con el aliento denso. Nada se oye salvo el traqueteo ocasional de alguna furgoneta desvencijada que mancilla el soliloquio de la mente, sin conseguir apartar la mirada del horizonte azul, mordido por las siluetas de los edificios lejanos. Las articulaciones duelen por el ambiente del entorno, por la ausencia de voces o cuerpos conocidos, por el eterno grado de insatisfacción de todo aquello no realizable. Los años son una losa que cubre la última sepultura viva y, desde el sur del Madrid más profundo, el corazón tendido con pinzas asemeja una prenda interior en un patio de vecinos o en una corrala pintoresca.
Continua el viaje.


../..”Perdóname si ahora
sólo se lamentarme
mientras te ofrezco el eco
de lo que nunca fuimos.”
Luis Felipe Comendador

jueves, marzo 04, 2010

Pasado.

../..”De vuelta a casa
me siento como un banco mojado
que no quiere la gente
y susurro tu nombre despacito.”.../..
Luis Felipe Comendador


La madrugada amaneció gélida. La luz que busca romper las tinieblas abre los ojos legañosos y desentumece los brazos adormecidos. Las luces anaranjadas asemejan satélites indefinidos que viajasen fugaces sobre los cuerpos somnolientos, reflejando su resplandor en el casco del viajero.
Ignora qué tipo de ansiedad le estruja el corazón, qué motivo desconocido hace que surjan pequeñas gotas de lluvia internas y se apene con pesadumbre en el recorrido cotidiano sobre el asfalto. Será el viento traidor que enfría los lagrimales, que deja ateridos los músculos del cuerpo mientras enfila la cuesta de la calle Alcalá (con la falda almidoná y los nardos apoyaos en la cadera)
Sus amigos del kiosco le despachan unos gramos de letras tipográficas para dilucidar las calamidades del día (Buenos días – Buenos días) y el motor trastea con ronquidos intermitentes hasta el destino.


../..”Diluir mi tristeza
en un vino de noche
en el maravilloso cristal de las tinieblas…
Y me digo: ¿a qué hora vendrá el alba?”.../..
Rubén Darío