lunes, junio 18, 2012

Improvisaciones en un diario

Pasado.

Desde la cima del mundo, la perspectiva oblicua de los caminos. Desde el ángulo absurdo de la esquina, la recompensa insospechada de la sorpresa.
Transcribe:
"Casi cuatrocientos kilómetros y un recuerdo de contrabando. Una mirada inoportuna y un deglutir la abstinencia en momentos de desespero por no llegar a lo deseado.
Las calles son estrechas, excesivamente lánguidas y uniformes, grises, concupiscentes y pecadoras, Las calles son las protagonistas de ese casco antiguo de la ciudad,
Las calles y el vino: compañeros inseparables de los grises pecadores que tercian los relojes en arquetipos imaginarios (¿tendrá algo de sentido esta última frase?)
Todo se bambolea y se dispersa en ese carrusel de borrachos, todo se constriñe y se expande, se difumina, se absorta, se envenena...
La narrativa enseñorea su presencia entre otras presencias y las presentaciones, entre los deslices y los improperios, la burla , el alcohol y la inconsciencia. ¡Hay que llegar de tan lejos!, ¡hay que viajar desde dentro para sonreír hacia!
Y elucubrar, pensar, hilvanar situaciones que compongan un traje duradero (por lo menos hasta el amanecer) y les vistan las vergüenzas expuestas detrás de las barras (Señorita: otra ronda, por favor!)
Campos y campos de vides mueren entre las manos, se diluyen a través de pequeñas cascadas indefinidas que desembocan en macetas y parterres, fermentan en silos de vísceras que metabolizan sus esencias, sus ebrios designios.
La noche ha muerto y la vela la madrugada.
El sol será el encargado de incinerarlas."

         El aire sucio contiene una cierta magia romántica.
                                                   Robert Walser

jueves, junio 07, 2012

Improvisaciones en un diario

Pasado.


Se propone un juego de palabras que abarque todas las insatisfacciones. Reta a sus sueños a una redacción imposible acerca de un concepto que habitaba en el libro de autoayuda que alguien le prestó hace tiempo.
¡Qué curioso!: coloca, sin avisar, un pequeño prefacio y una parrafada ya escrita junto a un poema de un libro inacabado.
 Y no da más explicaciones a las características de ese imbécil sentimental, porque no las hay. En realidad no hay nada salvo una fachada cínica que no conduce a sitio alguno pero que vale perfectamente para sobrevivir.
Es todo.
            Sabe de su pobre bagaje para las cosas infinitas, de su actuación cotidiana para subsistir, para no mostrar tanta mansedumbre, tanta cobardía.
Sabe de mundos irreales que nunca serán habitados por él, por sus ilusiones, por la minúscula partícula que mueve la parte oculta del corazón.
Sabe que la amargura mancha.
            Por eso, por tantas cosas que el tiempo le ha robado, por tantas citas perdidas y tantas palabras encontradas, es un imbécil sentimental.
Por necesidad. Sí: necesidad de oír lo que siempre quisiera oír y nunca escucha.
Por terminar, aunque sólo sea este pequeño prólogo, con las palabras que le debe.
Por todo.

Soledad...Yo no creo como ellos creen, no vivo como ellos viven, no amo como ellos aman...Moriré como ellos mueren.
              Marguerite Yourcenar