viernes, diciembre 27, 2013

Letras propias: Fin de trayecto.



FIN DE TRAYECTO

                                             A Encar Díaz González
  
Yo era el cobarde resguardado en la trinchera
que sólo hostigaba por placer,
el mendigo hambriento de carne,
el alcohólico insomne y rebelde.

Pero el placer es un pretexto del tiempo
para no envejecer, una hoja barrida,
un cristal quebrado por el verdugo del deseo.
Lo descubrí una madrugada de sombras
mientras disparaba el último proyectil
hacia mi corazón.

Yo presumí de cegueras, dislates y fracasos
alcanzados en horizontes dispersos,
de nombres desconocidos, de música y poemas,
de ganar, de perder…

Yo era el tren de tu parábola.

Pero ahora no me pidas, amiga,
que este tren siga viajando sin railes,
ni que abra más puertas para crear soledad,
ni que mi amor se apee y busque
ajenas esquinas donde observar nostalgias,
otros arroyos donde beber tristeza (aunque, alguna vez,
te dije que la tristeza se masticaba)
o distintos espacios para mantener los mismos
silencios.

No me lo pidas.

Sé que tu corazón está dividido
para muchas personas.

Y me cuentas que ella tiene su historia.

Pero ahora permíteme que en mi derrota me resguarde,
haciendo tramas de su recuerdo, para no sufrir
la intemperie en una casa con habitaciones
pintadas de inocencia y vacío
y con restos de un perfume francés
impregnado en las retinas.
Ahora permíteme que esta nueva trinchera sea
la patria de ese cobarde agonizante.

Sé de tu corazón dividido.

Y de la historia de ella
(hasta las palabras finales)

Pero, ahora, yo sólo pido tu brazo para aguantar
en pie esta rendición,
para dejar de ser bisectriz
y llegar a ser eterno en mi insignificancia.

                             De Cuadros sin colgar


viernes, diciembre 06, 2013

Letras propias: Puntos suspensivos



Puntos suspensivos


De repente, el insomnio.

El frío que asesina mientras se escribe
bajo la ventisca,
el vaho que enmohece las extremidades
si se galopa en la carretera,
la nada…

De repente, una casa vacía.

Una lavadora encendida
y la ropa sin tender,
marcos desubicados, ceniceros con colillas,
maullidos de nostalgias, futuros
suspensos, gallos cantando en la oscuridad
y monólogos sin respuesta…

De repente, el paisaje cataclismo.

El chasquido del tabaco quemándose,
imperfecciones en los espejos, estómagos
vacíos, pantallas muertas,
enumeraciones concatenadas, tristezas
alternativas, adjetivos cincelados
para criticar veintitrés
versos en huida…

De repente, lágrimas
cayendo de los ojos como el otoño…