lunes, junio 30, 2014

Letras propias: Cuaderno de conclusiones (12)

                                                                               
                                                                      Fotografía: E. Vecino.

Rocas quebrando el cascarón.
Subir o bajar para, al final, escribir las últimas líneas en esta tierra de nadie.
Materia estéril.
Sumidero de quehaceres de ese cansancio temprano que ahora se hizo tardío y marca un nuevo día.

Ahora.
Ahora que se designa el ir y venir del acantilado al precipicio, de la lluvia a las escaleras.

El cansancio temprano que ata al cabecero sueños y tatuajes, pieles y distancias.
Distancias más allá de las épocas de las distancias.
Distancias donde quedan los pesos de lugares desconocidos (¿hablé de lo profundo de alguna mente?), prioridades, lunas nuevas, páginas sin daguerrotipos.

Y el soplo de los contactos desconectados, silentes, en la absurda realidad.
La realidad donde no existe el cansancio ante lo que se desea.
Aunque pesen los párpados y se respire plomo.

Prioridades en las pupilas.

Lunas nuevas en el deseo.

1 comentario:

  1. Gran verdad: jamás existe el cansancio si deseas algo o alguien y siempre se buscarán fuerzas para conseguirlo o acompañarlo, respectivamente.
    Buen texto, amigo.
    Saludos desde la costa.
    José Ramón.

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