miércoles, marzo 23, 2016

Letras ajenas: Rafael González Serrano



A veces lo novedoso llega callado, sin roce ni palmada.
A veces los cambios se muestran en la trayectoria de lo que pudo ser habitual y giró para evolucionar.
Así ha ocurrido con el último libro de mi querido Rafael González Serrano: Leves alas al vuelo (Editorial Celesta)
Ha aparecido en silencio, como la novedad que impone pero no avasalla, con la humildad de lo exquisito que no escandaliza, en la certeza de la conciencia que sugiere.

Leves alas al vuelo es un combinado servido por un barman en el refugio clandestino de la ciudad donde impera la Ley seca. Sus versos son tragos saboreados al compás de un piano con doble fondo, en el cual se guardan los licores esenciales del pecado y los sentimientos. Su forma es la forma personal de un inventor de chasquidos y recursos, de un profeta de la realidad, de un silente enamorado, de un espectador de la vida y de la muerte.

Atrás ha quedado el poeta metafísico y oscuro, el críptico creador que nos hacía bucear en construcciones profundas llenas de sentido.
Ahora, en este libro, transcurre nuestro camino de lectura en bocanadas sencillas, en conceptos minimalistas, en iluminaciones descubiertas al trasluz de nuevas formas (duinos, aporismos o aladas)

Poco más.
Sólo la recomendación de leerlo y comprobarlo.
Y disfrutar. Mucho.


CXIII

En la derrota
se fragua el destino
alimentado.

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CXXI

En la tormenta
se funda la fuerza que
trae la calma.

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La muerte nos censura en su cita
los años que no supimos vivir.

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Desnuda,
               sin adjetivos,
la palabra tiembla
de carencias,
               se sumerge
en las tinieblas, entre
los umbrales
        del silencio, cuando
el exilio es
                una apuesta
y el único ropaje
con que envolver
                la soledad.

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                                          Leves alas al vuelo (Editorial Celesta 2015)