Ofrecí un paraguas para las nubes llorosas,
un bastón de nenúfares para los rayos,
una
barca para el mar dolido,
una armadura de pétalos para la batalla,
un silencio
aterciopelado para la fiesta de clausura,
un pedazo de sonrisa para el abrazo clandestino,
un dátil de porcelana para adornar el frutero,
un paseo para rumorear bajo el silencio de los álamos,
un beso contrabandista y asaltante,
un trocito de polvo de estrella arrinconado,
el último estertor de la alegría,
un retal de futuro grapado a un billete hacia la felicidad,
otra oportunidad a la esquina de las citas,
una muerte a la muerte
y la vida para la vida
(¿nacerá?)
No sé porqué este empeño de mezclar lo imposible con lo posible
si la respuesta duerme bajo las sábanas de lo desconocido
y aún no ha caminado el nuevo tiempo de ojos rasgados
desde el amanecer que rompe miedos antiguos.
Ofrecí al nuevo día un sueño
y me trajo tu mano.