miércoles, mayo 13, 2020

Nonsenses XIX



En aquel tiempo sentirse libre
era una guitarra en un concierto,
una asombrosa gira interminable
por escenarios de cuerpos extraños.

Eso le decía mientras los dedos
frágiles revolvían, debajo de ella,
hipótesis confirmando recursos
-acaso alguna excusa de emergencia-.

Luego lo achacó a la desorientación,
al poco crédito de las opiniones:
llegar más allá del límite era el fin
instrumental de aquella diacronía.

Sentirse libre era enfrentarse
en tiempo de descuento a algún camello
que abría su bolsillo, de par en par,
ofreciendo una autopista sin retorno.

Cuando la libertad volvió del viaje
la historia cerró su partitura
y sólo la ansiedad se fue inyectando
por la presencia de la melancolía.

Eso le decía cuando no pudo
explicarle que la belleza era
antojo de noches coloreadas,
voluntad de lo irreal y efímero.

Eso le dijo en todo aquel tiempo
cuando los sueños era excrecencias
dolorosas, que le hacían gritar
la calma del vértigo como un himno.

Durante las baladas y los poemas,
los triunfos, las derrotas y los plazos
impagados por el espectáculo
de los acordes en láminas sepia.



lunes, mayo 04, 2020

Nonsenses XVIII




                                   
                                        De vez en cuando la vida nos besa en la boca...
                                                                      Joan Manuel Serrat


De vez en cuando el aliento es tarde
incompleta que aclara sombras ebrias.
Y el dolor incómodo abandona
la queja al abrazo del erizo.

                                  (La costumbre a la herida narcotiza).

De vez en cuando los días orinan
en voluntades que desaparecen,
marcan dominio en el territorio
donde nadie deja su rubrica.

Mientras la entraña está sobre la mesa
el vidrio apalanca el testimonio,
exprime las gotas del último
tequila que derraman los juramentos.

                                  (Sal y limón detrás de los ojos).

De vez en cuando la vida muerde
con besos que cabalgan sin espuelas
en la boca, tras herir los labios.


sábado, mayo 02, 2020

Nonsenses XVII



Apareces, otra vez aquí,
noche.

Él te observa, la nieve sobre el alma,
a través del mundo de sus vidrios
hipermétropes, nubosos, vacíos.

Hace un instante -si los instantes
pueden llegar a tener extensión-
un golpe de mar le llevó a quebrar
otra luna varada en la insistencia.

Chacales le aúllan entre tanto tránsito,
gritan la geometría del paisaje
y las aristas de todos los libros
que los hombres no leen por pereza.

Apareces cuando te observa, ciego.
Cuando sólo el sigilo te acompaña
y se refugia entre pagarés sin saldo.

A su manera intenta pensar qué hizo,
qué delito cometió contra qué,
ahora que le juzgas con el olvido
y apareces con el desprendimiento
de lo que se abandona y siempre vuelve.