viernes, julio 24, 2009

Pasado.

Desde la ventana medio abierta llega un olor a cemento mojado, a quincalla y a Nazareno. Esta noche deben redoblar las procesiones de las ánimas destrozadas, arrastrando las gruesas cadenas de sus tobillos por los misterios huérfanos de pisadas. Esta noche se hacen planes para dejar todo lo atado bien suelto y allá cada cual con su conciencia que la suya la perdió en las oscuras esquinas de los escondidos edificios que entornaban los ojos y cuchicheaban al ver sus pasos huidizos y expectantes.

Otro piano, otro violín y otro saxo. Suelen ser los mismos pero siempre asemejan otros, como el tiempo o la vida: la misma agua insalobre y los tragos de cada momento que ahogan las gargantas en la quinta esencia del ansia que parece distinta sin serlo. No tiene, no tiene…Negación. Apoplejía resquebrajada de las cuerdas de una guitarra, tendones de dolor partidos por unos compases que suenan a lo de siempre, dientes negros en las teclas del piano, vida loca que repite la canción que se repite en todo momento.

No tiene, no tiene…más fuerzas para volar tras las cometas sin un hilo que le sujete a la tierra; no tiene más ilusiones para reabrir la caja de Pandora que yace vacía desde hace tiempo sobre las rodillas; no tiene ya los días que se escoran sobre los arrecifes brutales de las buenas palabras y las malas ausencias; no tiene más ganas de ver doblar el rostro hacia el suelo o taparse la cara con un manto de disimulo para evitar la desidia de ser visto.

Acurrucado el miedo sobre el volante, la infamia acusadora medida en kilómetros por hora cuando el movimiento está parado y son otros los que se dirigen al punto mutuo del encuentro. El rostro cabizbajo, oculto tras las manos, como si distraídamente pasara por aquí y esto no es lo que parece. Todo es mentira, las afirmaciones y las negaciones. Él mismo es una mentira y toca cada fibra de su embuste esperando que alguna certeza le escupa o le encorajine para conseguir aquel fin para el que nunca fue preparado. Función baladí la que tocó representar con sus malos diálogos y peores fundamentos. Pura mentira para sí mismo, que es otro; el otro que colabora con el Fondo Solidario Fortuna (0,7% para el tercer mundo) sin solidarizarse consigo mismo. Anatema. Cada obra de caridad empieza por uno mismo. Falacias. Irrealidades que alguna vez creyó tangibles (incluso pudo demostrar su densidad) pero que al llegar al punto de ebullición se evaporan como vapor de sueño. Y cambiar la sílaba científica para trocar “ebullición” en “crítico” y acobardar a los cobardes y espolear a los héroes que consiguen una honrosa retirada.

Con el rostro entre las manos. Avergonzado de lo socialmente incorrecto porque “yo sé que ellos me conocen y quiero seguir guardando en un joyero gigante un broche de amatista llamado forma, una gasa dormida llamada sentimiento y un tu-y-yo con cenefas que se oculta en el cesto de la ropa sucia o se cuelga en la buhardilla de las camisetas usadas”. Hundamos mutuamente el rostro entre las callejuelas.

Esta noche se hacen planes para dejar todo lo atado bien suelto porque otra piedra más rompe las costillas y el agua insalobre (¿o será insalubre?) no se puede beber. No tiene negación, ni afirma nada. Ha perdido su último criterio en la subjetividad de las apreciaciones. La vida en technicolor es sólo una película y empieza a estar cansado de saberse su argumento. “As time goes by”….

“Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.” ../..
Blas de Otero

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