Presente.
A veces pienso que el azar es la prueba definitiva de que los hilos aún no han sido rotos. Manos invisibles se mueven en las sombras convirtiendo nuestras voluntades en simples gestos de marionetas.
Así comienza Sirenas varadas en archipiélagos de luz, una de las narraciones más bellas (y nunca editada) de mi amigo Luis Felipe Muñoz. Escrita hace mucho tiempo (1988) me he propuesto releerla ahora que ando de recogidas y remozos en mi hogar. No es lo más indicado para unos días de vacaciones (lo del remozo, me refiero) pero la obligación está antes que la devoción.
Madrid sigue caluroso (esta jodida habitación parece una sauna) y, poco a poco, sus gentes regresan de los días de asueto: pilas cargadas para todos!!
¿Qué novedades habrán traído tales vísperas pasadas? Ya veremos.
Mientras tanto, hagamos de la paciencia una virtud para que todo se haga llevadero (más llevadero se lleva, es cierto, cuando no hay que acudir al trabajo)
Amén.
miércoles, agosto 26, 2009
miércoles, agosto 12, 2009
Presente.
(I believe in aristocracy, though) Y, sin embargo, creo en la aristocracia. Si es que es el término exacto, y si es que puede emplearlo un demócrata. No en una aristocracia basada en el rango y la influencia, sino en la de las personas solícitas, discretas y valientes. Los miembros de esta aristocracia se encuentran en todas las naciones, en el seno de todas las clases sociales y en todas las edades. Y hay una suerte de complicidad secreta entre ellos cuando se cruzan unos con otros. Representan a la única y verdadera tradición humana, la única victoria permanente de nuestra extraña raza sobre la crueldad y el caos.
Miles de ellos perecieron en la oscuridad; pocos son grandes nombres. Están a la escucha de los demás como de sí mismos, son atentos sin exagerar, y su valentía no es una pose sino más bien una aptitud para soportarlo todo. Y además tienen sentido del humor (they can take a joke)
E. M. Forster.
Es curiosa la cita de Edward Morgan Forster. Como buen socio del Círculo de Bloomsbury (ese club tan selecto derivado de la antigua sociedad secreta que formaban Los Apóstoles de Cambridge) su obsesión continua era sentirse liberal y humanista, individualista, independiente de criterio, realista.
Tener una tendencia sexual distinta, en la época victoriana, suponía caminar sobre espinos, aplastar cristales con los pies, disimular los impulsos hasta hacerlos invisibles. Atado al misticismo y a su ímpetu antirreligioso, dos de sus obras más conocidas (Pasaje a la India y Howard´s End) juegan con el problema de las barreras sociales y su irresoluto acercamiento.
Y decía que era curiosa la cita por el concepto de aristocracia que nos muestra: individuo, solícito, discreto y valiente. ¿Tienen un sexto sentido para reconocerse entre ellos?; ¿son muchos más de los que imaginamos?; ¿cuántos son/somos aristócratas, según esta definición?
Me temo que la aptitud para soportarlo todo hace que el espectro sea mucho más amplio de lo que él sugería y que la mayoría de las personas nos hacemos (no nacemos) aristócratas.
La vida nos suele poner en tantas tesituras acrobáticas...
(I believe in aristocracy, though) Y, sin embargo, creo en la aristocracia. Si es que es el término exacto, y si es que puede emplearlo un demócrata. No en una aristocracia basada en el rango y la influencia, sino en la de las personas solícitas, discretas y valientes. Los miembros de esta aristocracia se encuentran en todas las naciones, en el seno de todas las clases sociales y en todas las edades. Y hay una suerte de complicidad secreta entre ellos cuando se cruzan unos con otros. Representan a la única y verdadera tradición humana, la única victoria permanente de nuestra extraña raza sobre la crueldad y el caos.
Miles de ellos perecieron en la oscuridad; pocos son grandes nombres. Están a la escucha de los demás como de sí mismos, son atentos sin exagerar, y su valentía no es una pose sino más bien una aptitud para soportarlo todo. Y además tienen sentido del humor (they can take a joke)
E. M. Forster.
Es curiosa la cita de Edward Morgan Forster. Como buen socio del Círculo de Bloomsbury (ese club tan selecto derivado de la antigua sociedad secreta que formaban Los Apóstoles de Cambridge) su obsesión continua era sentirse liberal y humanista, individualista, independiente de criterio, realista.
Tener una tendencia sexual distinta, en la época victoriana, suponía caminar sobre espinos, aplastar cristales con los pies, disimular los impulsos hasta hacerlos invisibles. Atado al misticismo y a su ímpetu antirreligioso, dos de sus obras más conocidas (Pasaje a la India y Howard´s End) juegan con el problema de las barreras sociales y su irresoluto acercamiento.
Y decía que era curiosa la cita por el concepto de aristocracia que nos muestra: individuo, solícito, discreto y valiente. ¿Tienen un sexto sentido para reconocerse entre ellos?; ¿son muchos más de los que imaginamos?; ¿cuántos son/somos aristócratas, según esta definición?
Me temo que la aptitud para soportarlo todo hace que el espectro sea mucho más amplio de lo que él sugería y que la mayoría de las personas nos hacemos (no nacemos) aristócratas.
La vida nos suele poner en tantas tesituras acrobáticas...
lunes, agosto 10, 2009
Pasado
../..”Y hoy más que nunca
deseo abrirle mis puertas,
hablarle entre susurros,
desterrarle todos mis sentimientos,
confesarle mis pesares y deseos.
Mis deseos esta noche.”.../..
Luis Felipe Muñoz
Tiene un presentimiento. Pero desde su quiromántico cuarto del oscuro castillo, Merlín le ha dicho que lo más seguro es que esté equivocado y que aquello que más se desea suele ser lo que nunca se consigue y antes se pierde. Le ha contestado con balbuceos, excusas varias y un sin fin de promesas que él escuchaba mientras callaba y fijaba sus pequeños ojos claros sobre su figura.
Cuando un mago conoce el destino, las vanas pretensiones de justificación adquieren tintes grotescos. Por eso, después de un largo silencio, tras su retahíla de despropósitos, sólo ha acertado a preguntar al viejo alquimista si será capaz de soportarse a si mismo y a sus locuras en este trozo de vida que le queda. El viejo astuto sabe que es un hombre de pequeñas resistencias.
../..”Como quien lee en un renglón tachado
el arrepentimiento de una vida,
con tesón, con piedad, con fe, aún con odio,../..
Claudio Rodríguez
Básicamente el marketing siempre exige un análisis DAFO para evaluar una situación cuando tenemos un producto. Es decir: puntos Débiles, Amenazas, puntos Fuertes y Oportunidades. Es la idea más importante que le quedó grabada después de tres años en un master que luce muy bonito cuando está colgado en la pared (nunca)
Moraleja: vaya mierda de producto que quiere vender.
../..”¿Qué importa la derrota cuando no hay sed de victoria?”
Luis Felipe Muñoz
../..”Y hoy más que nunca
deseo abrirle mis puertas,
hablarle entre susurros,
desterrarle todos mis sentimientos,
confesarle mis pesares y deseos.
Mis deseos esta noche.”.../..
Luis Felipe Muñoz
Tiene un presentimiento. Pero desde su quiromántico cuarto del oscuro castillo, Merlín le ha dicho que lo más seguro es que esté equivocado y que aquello que más se desea suele ser lo que nunca se consigue y antes se pierde. Le ha contestado con balbuceos, excusas varias y un sin fin de promesas que él escuchaba mientras callaba y fijaba sus pequeños ojos claros sobre su figura.
Cuando un mago conoce el destino, las vanas pretensiones de justificación adquieren tintes grotescos. Por eso, después de un largo silencio, tras su retahíla de despropósitos, sólo ha acertado a preguntar al viejo alquimista si será capaz de soportarse a si mismo y a sus locuras en este trozo de vida que le queda. El viejo astuto sabe que es un hombre de pequeñas resistencias.
../..”Como quien lee en un renglón tachado
el arrepentimiento de una vida,
con tesón, con piedad, con fe, aún con odio,../..
Claudio Rodríguez
Básicamente el marketing siempre exige un análisis DAFO para evaluar una situación cuando tenemos un producto. Es decir: puntos Débiles, Amenazas, puntos Fuertes y Oportunidades. Es la idea más importante que le quedó grabada después de tres años en un master que luce muy bonito cuando está colgado en la pared (nunca)
Moraleja: vaya mierda de producto que quiere vender.
../..”¿Qué importa la derrota cuando no hay sed de victoria?”
Luis Felipe Muñoz
martes, agosto 04, 2009
Presente.
La lenta cadencia del verano cepilla los cabellos de los sauces.
Para el que no quiera tanta orfebrería podemos decir que el sol continua girando locamente en su periplo natural, que los días transcurren rápidamente como años-luz, que hemos pasado el ecuador del año y que muchos cuerpos se achicharran, vuelta y vuelta, en las parrillas de la playa.
Desde la capital (el ombligo de este cuerpo de escombro que es la península ibérica), se vislumbran rayos de pereza entre las nubes del ocio. Todo está cerrado por obras, interrumpido por descanso, remansado. Y sólamente unos cuantos (son muchos pero parecen pocos) aporrean los teclados o estampan sellos en facturas interminables, haciendo horas extras que nunca serán retribuídas.
Es buen momento para discutir sobre aquella tesis que se nombró acerca de dos conceptos tan dispares como el Vértigo y el Éxtasis. Muchos dicen que el primero conduce al segundo, otros ignorantes (entre los que me incluyo) piensan que la prolongación del Vértigo es el Pánico. ¿Qué más da?: lo importante es que ambos conceptos, por separado, son lo suficientemente terribles como para intentar aunarlos y/o vincularlos. Lo importante no es el concepto, es el sentimiento. Y existe una tremenda diferencia, en el sentir, en las tres palabras expresadas.
En un escritor los estados son graduales: vértigo ante lo pensado, pánico ante un papel en blanco y éxtasis ante la obra acabada (en algunas ocasiones, este éxtasis puede transformarse en naúseas o ganas de vomitar y/o quemar el papelucho que se ofrece ante sus ojos)
El resto: literatura barata.
La lenta cadencia del verano cepilla los cabellos de los sauces.
Para el que no quiera tanta orfebrería podemos decir que el sol continua girando locamente en su periplo natural, que los días transcurren rápidamente como años-luz, que hemos pasado el ecuador del año y que muchos cuerpos se achicharran, vuelta y vuelta, en las parrillas de la playa.
Desde la capital (el ombligo de este cuerpo de escombro que es la península ibérica), se vislumbran rayos de pereza entre las nubes del ocio. Todo está cerrado por obras, interrumpido por descanso, remansado. Y sólamente unos cuantos (son muchos pero parecen pocos) aporrean los teclados o estampan sellos en facturas interminables, haciendo horas extras que nunca serán retribuídas.
Es buen momento para discutir sobre aquella tesis que se nombró acerca de dos conceptos tan dispares como el Vértigo y el Éxtasis. Muchos dicen que el primero conduce al segundo, otros ignorantes (entre los que me incluyo) piensan que la prolongación del Vértigo es el Pánico. ¿Qué más da?: lo importante es que ambos conceptos, por separado, son lo suficientemente terribles como para intentar aunarlos y/o vincularlos. Lo importante no es el concepto, es el sentimiento. Y existe una tremenda diferencia, en el sentir, en las tres palabras expresadas.
En un escritor los estados son graduales: vértigo ante lo pensado, pánico ante un papel en blanco y éxtasis ante la obra acabada (en algunas ocasiones, este éxtasis puede transformarse en naúseas o ganas de vomitar y/o quemar el papelucho que se ofrece ante sus ojos)
El resto: literatura barata.
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