miércoles, agosto 12, 2009

Presente.

(I believe in aristocracy, though) Y, sin embargo, creo en la aristocracia. Si es que es el término exacto, y si es que puede emplearlo un demócrata. No en una aristocracia basada en el rango y la influencia, sino en la de las personas solícitas, discretas y valientes. Los miembros de esta aristocracia se encuentran en todas las naciones, en el seno de todas las clases sociales y en todas las edades. Y hay una suerte de complicidad secreta entre ellos cuando se cruzan unos con otros. Representan a la única y verdadera tradición humana, la única victoria permanente de nuestra extraña raza sobre la crueldad y el caos.

Miles de ellos perecieron en la oscuridad; pocos son grandes nombres. Están a la escucha de los demás como de sí mismos, son atentos sin exagerar, y su valentía no es una pose sino más bien una aptitud para soportarlo todo. Y además tienen sentido del humor (they can take a joke)
E. M. Forster.

Es curiosa la cita de Edward Morgan Forster. Como buen socio del Círculo de Bloomsbury (ese club tan selecto derivado de la antigua sociedad secreta que formaban Los Apóstoles de Cambridge) su obsesión continua era sentirse liberal y humanista, individualista, independiente de criterio, realista.
Tener una tendencia sexual distinta, en la época victoriana, suponía caminar sobre espinos, aplastar cristales con los pies, disimular los impulsos hasta hacerlos invisibles. Atado al misticismo y a su ímpetu antirreligioso, dos de sus obras más conocidas (Pasaje a la India y Howard´s End) juegan con el problema de las barreras sociales y su irresoluto acercamiento.

Y decía que era curiosa la cita por el concepto de aristocracia que nos muestra: individuo, solícito, discreto y valiente. ¿Tienen un sexto sentido para reconocerse entre ellos?; ¿son muchos más de los que imaginamos?; ¿cuántos son/somos aristócratas, según esta definición?
Me temo que la aptitud para soportarlo todo hace que el espectro sea mucho más amplio de lo que él sugería y que la mayoría de las personas nos hacemos (no nacemos) aristócratas.

La vida nos suele poner en tantas tesituras acrobáticas...

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