Presente.
Con todo el último ajetreo de la presentación de Rastros perdidos y unos días de trabajo excesivo, no tuve tiempo de agradecer a mi querido Rafael González Serrano el comentario que hizo de mi libro en su blog De turbio en claro ( http://rafaelgonzalezserrano.blogspot.com/search/label/Jos%C3%A9%20Luis%20Nieto%20Aranda)
Muchas gracias por tus palabras y tu tiempo: viniendo de tí es un orgullo.
Dejo para la vuelta de mis vacaciones ese comentario acerca de tu Mapa del laberinto, que tanto trabajo (y bueno) tiene, amigo Rafael.
De igual manera, Antonio Daganzo desde su reducto imbatible de Sinfonía de las palabras (http://sinfoniadelaspalabras.blogspot.com/) ha diseccionado Rastro perdidos con la delicadeza y generosidad que siempre me ha mostrado. Es Antonio Daganzo un luchador por esto de la poesía, un activista enérgico de/por actos y un escritor incansable y acertado en los libros que han visto la luz de su ingenio.
Gracias, igualmente, Antonio, por usar tu tiempo conmigo y con mis letras.
Y ahora, queridos ciudadanos de Cicely, debo dejaros durante una temporada. Como buen insumiso de esta irrealidad donde intento comunicarme, descansaré de mis obligaciones semanales para con vosotros y conmigo mismo. Y, aunque ocasionalmente siga observando lo que hacéis/escribís, mi blog estará mudo durante unas semanas. Necesito descansar, poner en orden muchos escritos e intentar que el estío no desintegre mis ideas.
Gracias por estar ahí.
martes, julio 26, 2011
jueves, julio 14, 2011
Presente.
RECORRIDO INCOMPLETO
Qué difícil el sendero callado,
sortear las falsas lindes rutinarias
encendidas en treguas de contiendas.
Observar la armonía del espacio,
el silencio burbujeante del siempre
en las acequias y las mañanas.
Cargamento suspendido en la espalda.
Láminas acumuladas sobre hechos.
Maletas olvidadas sin destino.
El tiempo duerme en el tiempo, sin tiempo,
y el secreto de las sombras susurra
palabras en el silencio mestizo.
Qué difícil el amanecido sendero,
dejar huella en un espacio presente
y en el nido de la rutina prevista
tras cargar la vida con sombras muertas.
(Inédito)
RECORRIDO INCOMPLETO
Qué difícil el sendero callado,
sortear las falsas lindes rutinarias
encendidas en treguas de contiendas.
Observar la armonía del espacio,
el silencio burbujeante del siempre
en las acequias y las mañanas.
Cargamento suspendido en la espalda.
Láminas acumuladas sobre hechos.
Maletas olvidadas sin destino.
El tiempo duerme en el tiempo, sin tiempo,
y el secreto de las sombras susurra
palabras en el silencio mestizo.
Qué difícil el amanecido sendero,
dejar huella en un espacio presente
y en el nido de la rutina prevista
tras cargar la vida con sombras muertas.
(Inédito)
miércoles, julio 06, 2011
Pasado.
Se ha ido. Colgó de su hombro la mochila abotonada, cargada de vidas sucias, y bajó las escaleras con trote pausado y cansino. Con la ignorancia aprendida, la lección olvidada y los brazos llenos de vacío. Con un broche invisible cerrando las solapas de las esquinas y el caballo del tío-vivo, madera voladora, perdiéndose sobre las farolas de la calle con su música de feria y colores: arriba y abajo, arriba y abajo, sin detenerse. Ninguna explicación al silencio no buscado, a las letras no contestadas.
Dibujó una palabra ilegible en la tierra del camino borrada por las gotas de lluvia y escribió una silueta oscura con la punta de un paraguas inexistente. El llanto del cielo cayó como el manto de un mendigo sobre su cuerpo, empapando los retales hilvanados del destino, mientras caminaba para perderse en el ocaso.
Él ya no está y el camino es largo.
../..”El mundo es grande. Dentro de una casa
no cabrá nunca. El mundo es grande.
Dentro de una casa -el mundo es grande-
no es bueno que haya tanto sufrimiento.”
Antonio Gamoneda
Se ha ido. Colgó de su hombro la mochila abotonada, cargada de vidas sucias, y bajó las escaleras con trote pausado y cansino. Con la ignorancia aprendida, la lección olvidada y los brazos llenos de vacío. Con un broche invisible cerrando las solapas de las esquinas y el caballo del tío-vivo, madera voladora, perdiéndose sobre las farolas de la calle con su música de feria y colores: arriba y abajo, arriba y abajo, sin detenerse. Ninguna explicación al silencio no buscado, a las letras no contestadas.
Dibujó una palabra ilegible en la tierra del camino borrada por las gotas de lluvia y escribió una silueta oscura con la punta de un paraguas inexistente. El llanto del cielo cayó como el manto de un mendigo sobre su cuerpo, empapando los retales hilvanados del destino, mientras caminaba para perderse en el ocaso.
Él ya no está y el camino es largo.
../..”El mundo es grande. Dentro de una casa
no cabrá nunca. El mundo es grande.
Dentro de una casa -el mundo es grande-
no es bueno que haya tanto sufrimiento.”
Antonio Gamoneda
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