Pasado.
Desde la cima del mundo, la perspectiva oblicua de los caminos. Desde el ángulo absurdo de la esquina, la recompensa insospechada de la sorpresa.
Transcribe:
"Casi cuatrocientos kilómetros y un recuerdo de contrabando. Una mirada inoportuna y un deglutir la abstinencia en momentos de desespero por no llegar a lo deseado.
Las calles son estrechas, excesivamente lánguidas y uniformes, grises, concupiscentes y pecadoras, Las calles son las protagonistas de ese casco antiguo de la ciudad,
Las calles y el vino: compañeros inseparables de los grises pecadores que tercian los relojes en arquetipos imaginarios (¿tendrá algo de sentido esta última frase?)
Todo se bambolea y se dispersa en ese carrusel de borrachos, todo se constriñe y se expande, se difumina, se absorta, se envenena...
La narrativa enseñorea su presencia entre otras presencias y las presentaciones, entre los deslices y los improperios, la burla , el alcohol y la inconsciencia. ¡Hay que llegar de tan lejos!, ¡hay que viajar desde dentro para sonreír hacia!
Y elucubrar, pensar, hilvanar situaciones que compongan un traje duradero (por lo menos hasta el amanecer) y les vistan las vergüenzas expuestas detrás de las barras (Señorita: otra ronda, por favor!)
Campos y campos de vides mueren entre las manos, se diluyen a través de pequeñas cascadas indefinidas que desembocan en macetas y parterres, fermentan en silos de vísceras que metabolizan sus esencias, sus ebrios designios.
La noche ha muerto y la vela la madrugada.
El sol será el encargado de incinerarlas."
El aire sucio contiene una cierta magia romántica.
Robert Walser
lunes, junio 18, 2012
jueves, junio 07, 2012
Improvisaciones en un diario
Pasado.
Se propone un juego de palabras
que abarque todas las insatisfacciones. Reta a sus sueños a una redacción
imposible acerca de un concepto que habitaba en el libro de autoayuda que
alguien le prestó hace tiempo.
¡Qué curioso!: coloca, sin
avisar, un pequeño prefacio y una parrafada ya escrita junto a un poema de un
libro inacabado.
Y no da más explicaciones a las
características de ese imbécil
sentimental, porque no las hay. En realidad no hay nada salvo una fachada
cínica que no conduce a sitio alguno pero que vale perfectamente para
sobrevivir.
Es todo.
Sabe de su
pobre bagaje para las cosas infinitas, de su actuación cotidiana para
subsistir, para no mostrar tanta mansedumbre, tanta cobardía.
Sabe de mundos irreales que nunca
serán habitados por él, por sus ilusiones, por la minúscula partícula que
mueve la parte oculta del corazón.
Sabe que la amargura mancha.
Por eso,
por tantas cosas que el tiempo le ha robado, por tantas citas perdidas y tantas
palabras encontradas, es un imbécil
sentimental.
Por necesidad. Sí: necesidad de
oír lo que siempre quisiera oír y nunca escucha.
Por terminar, aunque sólo sea
este pequeño prólogo, con las palabras que le debe.
Por todo.
Soledad...Yo no creo como ellos creen, no vivo como ellos viven, no amo como ellos aman...Moriré como ellos mueren.
Marguerite Yourcenar
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