Se propone un juego de palabras
que abarque todas las insatisfacciones. Reta a sus sueños a una redacción
imposible acerca de un concepto que habitaba en el libro de autoayuda que
alguien le prestó hace tiempo.
¡Qué curioso!: coloca, sin
avisar, un pequeño prefacio y una parrafada ya escrita junto a un poema de un
libro inacabado.
Y no da más explicaciones a las
características de ese imbécil
sentimental, porque no las hay. En realidad no hay nada salvo una fachada
cínica que no conduce a sitio alguno pero que vale perfectamente para
sobrevivir.
Es todo.
Sabe de su
pobre bagaje para las cosas infinitas, de su actuación cotidiana para
subsistir, para no mostrar tanta mansedumbre, tanta cobardía.
Sabe de mundos irreales que nunca
serán habitados por él, por sus ilusiones, por la minúscula partícula que
mueve la parte oculta del corazón.
Sabe que la amargura mancha.
Por eso,
por tantas cosas que el tiempo le ha robado, por tantas citas perdidas y tantas
palabras encontradas, es un imbécil
sentimental.
Por necesidad. Sí: necesidad de
oír lo que siempre quisiera oír y nunca escucha.
Por terminar, aunque sólo sea
este pequeño prólogo, con las palabras que le debe.
Por todo.
Soledad...Yo no creo como ellos creen, no vivo como ellos viven, no amo como ellos aman...Moriré como ellos mueren.
Marguerite Yourcenar
Aveces que vivir queriendo escuchar lo que uno necesita es lo desgastarse....
ResponderEliminarBesos :)
Abrazos inmensos para tí, que nunca faltas!!
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