jueves, septiembre 13, 2012
Intrascendencias
Pasado.
Hubiera merecido una respuesta. Un último estertor en forma de palabras para explicar todo aquello que quedó pendiente, las definitivas vicisitudes que parecían imprevistas pero que fueron previsibles.
Hubiera merecido una llamada. Un ínfimo esfuerzo para teclear nueve números y repetir, con voz mecánica, el criptograma póstumo que quedó pendiente en sus espacios.
Pero ya no quiso montarse en aquella atracción de feria. Y, al no comprarse ese nuevo billete, evitó otro vacío en el estómago y un escalofrío prematuro por el relente de la madrugada.
En tal enfermedad las arcadas de la ausencia son medicamente incurables y hay una peligrosa exposición al contagio cuando se escuchan voces lejanas y de reproches.
Sólo quedaba esperar a la declaración de cuarentena por parte de las autoridades pertinentes.
Siéntate
a la mesa.
Bebe un vaso
de agua. Saborea
cada trago.
Y piensa
en todo el tiempo
que has perdido.
El que estás perdiendo.
El tiempo
que te queda por perder.
Roger Wolfe
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