jueves, octubre 29, 2009

Presente.

Mañana se entrará en el cuadrante 589PT74. El universo, en lugar de encogerse, se agranda por momentos y la infinitud del espacio expande sus tinieblas tras el biombo azul de la atmósfera. Deja detrás de si unas palabras dulces, unos ojos oscuros y un relato en primera persona en un nuevo cuaderno de bitácora (esas intrascendencias crípticas y anacrónicas que saltan por el pensamiento como pulgas al perro)
No puede decir algo más: nada más puede decir que no se haya repetido, machaconamente, en las últimas épocas y sea inadecuado para los oídos tenues receptores de susurros. El agua huele a nenúfares y el aire sabe a distancia con abrazos (esa distancia gigantesca que se acorta con el hilo de las voces) Abrazos castos de sentimientos dormidos en cabellos, con pulcritud y asepsia, con la incógnita de la duda cierta (saber lo que se sabe) vestida de polen etéreo.
Mañana se entrará en el cuadrante de Orión y las estrellas bailarán sobre la proa valses oníricos en corazones aventureros.
Hasta el infinito.

../..”Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti, pensando en ti
como ahora pienso.”
José Agustín Goytisolo

lunes, octubre 26, 2009

Pasado.

Lamenta ser tan parco en palabras. Jura que se había propuesto escribir un montón de cosas más. Acaso un suspiro de retamas, un manojo de brisas, una brizna de quejidos o unos pedazos de nostalgias. No puede ser: el día ha sido bastante brujo y maldito, traidor y rastrero, mísero y ruin. Y se ha quedado tan vacío como la piel de un globo (tal vez las musas asienten sus traseros en los muelles desvencijados de alguna costa clandestina) y tan hueco como el corazón de las estatuas. Cat Stevens baladea en acordes añejos y la noche se transforma en días de verano y risas en la Sierra de Madrid: otro viaje a ninguna parte. En la lejanía, mundos inalcanzables esperan otros pasos: turistas de la esperanza.

Largo es el tiempo del descanso. Lee a Ángel González:

Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo
- pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.

miércoles, octubre 21, 2009

Presente.

Las alegrías de mis amigos son mis alegrías. Y si esa alegría se traduce en un premio de poesía como el Premio Jaén y recae en una persona como Alejandro Céspedes, se puede hablar de satisfacción inmensa.
Flores en la cuneta es el título de la joya con la que Alejandro ha obtenido dicho premio y que saldrá publicado en Noviembre por la Editorial Hiperión. Un libro original, atrevido, descarnado y desgarrado, de una exquisitez formal demoledora y con una escritura visual de alta escuela. Alejandro, como el buen vino, se va haciendo mejor con los años (aunque parezca difícil, lo es) y leerle es degustar esencia de poesía directamente en vena. Estoy seguro que no dejará indiferente a nadie.

Pero hasta que los nuevos poemas vean la luz, transcribo aquí algunas líneas de Los Círculos Concéntricos el, hasta ahora, último poemario de Alejandro Céspedes y ganador del Premio de Poesía Blas de Otero 2008. En mi opinión es el mejor libro que ha escrito (y mira que es complicado poder elegir)
También viene a colación esta cita porque dicho libro también ha sido galardonado con el Premio de la Crítica de Asturias 2009. Nunca tal Principado tuvo mejor Señor.

Yo era su gran amor. Yo era una gacela y me escondía en el bosque de niebla de la casa. Y él me hallaba. Yo era su paisaje y sus dedos las piernas de un explorador que iba buscando un oasis perdido en los sitios más raros de mi cuerpo.

Cuando yo era pez, él era red. Cuando yo era la nube él era el vendaval que me envolvía y llevaba hasta el nido de su cama.

Allí yo era su pájaro. Me daba de comer y yo abría el pico. A veces yo era miel, otras era él.
Nos quedaba la lengua enrojecida.

Como yo era una luz tuve por nombre Aurora. Yo era un ángel, sabía introducirme en la frontera microscópica que hay en los espejos y traspasar cristales sin quebrarlos.

Yo era una pomada que extendida sobre las branquias de todos sus problemas los ahogada.

"Somos nuestro secreto" me decía.


Enhorabuena, amigo. Que el Dios de la inspiración siga sembrando tu mente de versos tan brillantes para que podamos seguir disfrutándolos.

lunes, octubre 19, 2009

Pasado.


Y nada es igual. Por más que se empeñe en transmitir normalidad, los gestos y las tonalidades delatan nuevos estados diametralmente opuestos. Resuenan en su mente Los Secretos y su Te he echado de menos hoy (exactamente igual que ayer) y el estribillo gira y gira en notas concéntricas que hacen viajar la mente a ciudades perdidas, a realidades asentadas, a la probatura con pequeños bocados de las cicatrices titilantes. Hoy es jueves (lo reconoce), añora muchísimo una poesía (vuelve a reconocerlo) y el sueño más inmediato es la utopía más irrealizable. Poeta, poeta….¿alguien lo cree?

“Sólo palabras, deseos y amaneceres próximos”
Rosana Acquaroni


Más vale olvidar. Crear la ausencia para que, por lo menos, perdure el recuerdo. No intentar retomar aquello que pueda cansar al auditorio.
Olvidar, olvidar…..Un eco lejano para el recuerdo.
Es necesario apartarse: dejar que los sueños lejanos sigan su curso.

../..”no servirán de nada los escudos
con los que me defiendo de los monstruos
y de los sueños largos y difíciles.”
Mª Luisa Mora Alameda

martes, octubre 13, 2009

Pasado.

Ha abierto la ventana de par en par para permitir que entre algo de aire fresco que pueda sofocar el calor de la noche. Después ha puesto al día su cuadrante de operaciones (ese pequeño acumulador de prestaciones) y ha sucumbido a la tentación de recrearse en su escritura.
Otro fin de semana perdido, abandonado en la faltriquera de algún peregrino celestial que ignora sus necesidades. Lucho Gatica dice algo al reloj: le dice que no marque las horas, que la noche es perpetua y que desea que nunca amanezca. Él no suele hablar con los relojes porque son muy descorteses: nunca se detienen para escuchar ni para contestar a las preguntas y, como se descuide, le roban la vida (¿la vida era tiempo?)
A estas alturas de su caminar empieza a comprender a aquella gente madura (o que creía madura) enamorada de los boleros. Escribe a los mordaces lectores/as, que no han tenido la ocasión de darse un empacho de tal música, un consejo en forma de acción para que vayan cogiendo gustillo a la cosa. Apunte en el lateral: nunca olvidar las letras.

“Nada, sino esta ausencia infame, nuestro mundo.
Y alégrate aún de esta desgracia mientras que llega
el odio,”.../...
Juan María Calles

miércoles, octubre 07, 2009

Pasado.


Creía que la mejor solución, lo mejor que podía ocurrir, era apartarse de su vida como llegó: de improviso y cerrando lentamente la puerta. Creía que, si dejaba de escribir o de ver, sentiría su alma la misma desazón con la que uno se despierta en la cama de una desconocida después de haber pasado juntos la noche anterior: con esa angustia de lo vacío, de la frustración, y con la lengua de lija que perdura por haber bebido demasiado. Al lado de un cuerpo desnudo que, probablemente, se haya abrazado apasionadamente hace unas horas y, en ese momento, no se reconoce. En un naufragio afectivo de olas inmensas que chocan contra el arrecife del propio cerebro, en una nausea gigantesca.
Pero comprueba que, ni es él el que está sentado en el borde de la cama analizando la situación absurda, ni esa mujer es el humo que creyó poseer en unos momentos de embriaguez palpitante.
La esencia, los sueños, no son así.


../..“El caso es empezar. Yo creo que sí podemos hacerlo. ¡Pues vamos! De lo que no cabe duda, y todos lo sabemos, es que tal como vivimos estamos fracasando. ¡Vamos a intentar algo nuevo y mejor! ¡Vamos a cambiar la vida y vamos a empezar por nosotros! ¡Vamos por nosotros!”.../..
José Sacristán en “Solos en la madrugada”


El teléfono quema. Algo impide agarrar con fuerza el auricular y teclear unos cuantos números. La mañana luce fría y con sol tibio mientras crepitan los sentimientos. Lunes. Otoño.
Entre el humo de la escritura, el aire huele a verbos encadenados, herrumbre y distancia. Todo se reduce al uso y desarrollo de los sentidos; no importa si esté ciego, sordo o mudo: la vida le envuelve en el manto escarlata de los elegidos.

../..”Todo pasó,
todo es borroso ahora, todo
menos eso que apenas percibía
en aquel tiempo
y que, años más tarde,
resurgió en mi interior, ya para siempre:
este miedo difuso,
esta ira repentina,
estas imprevisibles
y verdaderas ganas de llorar.”.../..
Ángel González

../..”Viva yo en las orillas de tus atrios
y abracen mis manos tus umbrales con locura
como el último madero que flota en nuestra edad.”.../..
Juan María Calles

viernes, octubre 02, 2009

Pasado.


../..”Me zarandeo sin principio ni final mientras escojo una nube al azar y la traspaso con un disparo imaginario. Me propongo hacer una seria apología del extremismo egoísta que reparte porrazos a las mejillas ultra terrenales y a las parturientas veleidades.”.../..
Boris Lubernieff

En aquella ocasión fue lo único que quedó claro. A pesar de la rapidez de las cosas, la muerte es lenta, muy lenta, y uno puede darse cuenta hasta del último detalle. Lo pensó durante el trayecto al hospital, con su cuerpo martirizándole, su abdomen reventado en dolor y los brazos y las piernas sangrando por las múltiples erosiones descarnadas. Estuvo cerca la vieja desdentada de acostarse junto a él en el lecho de los amantes, de acariciar su torso desnudo y besar sus labios entreabiertos, de introducirse en el fondo se su interior y estallar en una explosión de placer y agonía, diluyéndose mutuamente en lo profundo del infinito. Hubo entonces días en los que la añoraba.

“No sé si sabes en qué región habito
desde que aquella noche
comprendí que la noche no era oscura”.../...
Jesús Cueva

Pero vive. Vive y envía cartas rancias y amarillas como el trozo de piel ajado de un enfermo de hepatitis, un enfermo crónico que seca las llagas de su espalda con las sábanas arrugadas de algún camastro vacío.
Y vuelve a la rutina. Sigue aquí, acompañando a Dorita en el largo camino hacia Oz y sacando brillo a sus chapines colorados. Enjugando las lágrimas del Hombre de Hojalata para que no se le oxide su indumentaria, jaleando al León para que, por fin, sea un valiente, y buscando un corazón para trasplantárselo al Espantapájaros y pueda aprender a amar. Sigue aquí. Aún dura el ticket para esa atracción en la que se ha montado, la música estridente, los acordes asonantes del instante que separa el pasado y el presente de la nada. Hace tiempo que debió concluir y aquí sigue. Perpetuo.

../..”El olvido, el olvido…Un buen explorador lo definiría como la huella que siempre deja un rastro que, por muy pequeño que sea, nos conduce inevitablemente a la presa.”... /...
Boris Lubernieff

El olvido nos conduce al recuerdo, intuye el iluminado. Siempre ha tenido un miedo atroz a las despedidas definitivas, pero siempre ha creído que eran necesarias. Ahora sabe que comienza un juego llamado Redenciones en el cual el jugador principal acepta las consecuencias y hace que las causas retornen a los principios.
Sospecha que llega su turno.