Pasado.
Lamenta ser tan parco en palabras. Jura que se había propuesto escribir un montón de cosas más. Acaso un suspiro de retamas, un manojo de brisas, una brizna de quejidos o unos pedazos de nostalgias. No puede ser: el día ha sido bastante brujo y maldito, traidor y rastrero, mísero y ruin. Y se ha quedado tan vacío como la piel de un globo (tal vez las musas asienten sus traseros en los muelles desvencijados de alguna costa clandestina) y tan hueco como el corazón de las estatuas. Cat Stevens baladea en acordes añejos y la noche se transforma en días de verano y risas en la Sierra de Madrid: otro viaje a ninguna parte. En la lejanía, mundos inalcanzables esperan otros pasos: turistas de la esperanza.
Largo es el tiempo del descanso. Lee a Ángel González:
Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo
- pero luego no digas que no sabes lo que haces.
Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.
Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.
Gracias José Luis por recordarnos este poema de Ángel González y enhorabuena por tu blog.
ResponderEliminarUn abrazo
http://jesusapariciogonzalez.blogspot.com/
Gracias a ti, Jesús, por tus visitas y tus comentarios. Y, por supuesto, por tus libros.
ResponderEliminarUn abrazo.