Pasado.
Siglo XXI. Pasadas las puertas del nuevo milenio, esta desubicación, este entrometerse, le pasa una factura con muchas cifras. ¡Todo es tan breve! ¡Todo tan pasajero! ¡Todo tan inalcanzable!
Es hora de cerrar ventanas, asir con fuerza el pomo del marco y pintar los cristales con brochazos de olvido. A golpe de machete atrancar los mecanismos de la existencia, hacer como si nada hubiera ocurrido, doblar la esquina de la rutina y seguir, seguir, seguir……
Lo peor de todo es esta astenia que obliga a asumir las situaciones con el ánimo sonriente, zurcir con hilo de continuidad los retales deslavazados de los distintos colores que tiñen las horas, los días, las semanas: azul invisible, rojo frenético, verde celoso, blanco pretérito, amarillo amanecer, negro siempretú… Se harta de repetir que no existe el futuro. Se engaña repitiéndose que no existe el futuro cuando conoce, como si lo hubiese parido, ese oscuro túnel sin luz, ese laberinto sin salida, esa respuesta muda a una pregunta cerrada. Y es que, según dicen los gurús publicitarios, una pregunta cerrada es aquella que sólo admite una respuesta positiva o negativa. Por eso se encuesta, reflexivamente, con una proposición tajante: “¿conoce usted su futuro?”. Las dunas contestatarias mueven sus cuerpos al compás de la incógnita mientras insinúan un abrazo áspero sobre las piernas.
A sus pies, la sonrisa de un yacaré.
“Hablo con la autoridad que me da el fracaso”
Fitgerald
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