martes, noviembre 16, 2010


Presente.

Me disgusta que a los libros se les dé un trato efímero. Se hace una presentación, se lee en varios recitales, se mantiene vivo una temporada y después...aparece el olvido.
Por eso cuando Antonio Daganzo (Madrid 1976) presentó hace unos meses su última obra (Mientras viva el doliente - Editorial Vitruvio) me propuese posponer su comentario hasta que pasase un tiempo. No es que mi crítica, inexistente, fuera de valor: era necesario que se siguiese hablando del libro pasado un tiempo. Y ese tiempo ha llegado.

Este tercer libro de Antonio Daganzo es una introspección al dolor, a la enfermedad, a la vida, quizás (¡seguro!) a la esperanza. Elementos que cobran sentido con el sujeto poético en un lenguaje directo y cuidado (marca personal de nuestro poeta) que nos hace pensar en esa sensación oscura que, en muchas ocasiones de la existencia, nos atenaza.

Aperturado y epilogado con dos cantos sublimes e independientes de la estructura, las distintas partes del poemario mantinen una lectura constante que nunca defrauda. Hago hincapié (imprescindible su degustación) en la segunda parte titulada Perros de arena: nueve sonetos trabajadísimos con un intenso significado y de los que, personalmente, destacaría el número VIII

La memoria de la niñez (doliente memoria) se adorna quejumbrosa con infinitas sensaciones, con masivas preguntas, con numerosos espacios que abren sus puertas para que el autor dirija la orquesta de las palabras con la sutileza de un Adagio repetitivo.
La enfermedad puede ser gestos.... Atacar tan sólo es defenderse... Tiene el enfermo / la certeza soberana de la risa... El niño, entonces, aprendía a ser misterio de sí / mismo... Era aquello existir sobre la nada...

En un escalado de menor a mayor, el tono del libro va subiendo paulatinamente hasta llegar a un grito final de esperanza porque, pese a todo, pese a esa enfermedad, a ese dolor, a esa carencia, Soy este hombre que ahora vive. Y la vida es y será. A pesar de los hombres y de Dios (defraudante por incapaz).

Se decía que las Moiras se aparecían tres noches después del nacimiento de un niño para determinar el curso de su vida. Todos tenemos un destino. Algunos lo saben, otros lo intuyen y otros lo escriben. El destino de Antonio Daganzo, el destino de la esencia de Mientras viva el doliente es la poesía bien hecha a partir del dolor.
Ni más, ni menos.

La queja,
la voz más animal y más tiempo humana.
Los ayes de la noche,
respiración alejada de su centro
al que busca tenaz entre el dolor
para saberse viva,
de vuelta a los volcanes ya callados,
a este magma creador pero incompleto.
La mayor evidencia
de que el impulso divino está en nosotros.
Y de que Dios no existe.

6 comentarios:

  1. y por qué Dios no existe José Luis?
    Es más fácil atacar a lo de arriba que pensar en qué fallamos aquí abajo..

    ResponderEliminar
  2. Si discutimos la existencia de Dios creo pasarían años y no llegaríamos a ninguna parte...El Dios que habita en mi saluda al Dios que esta en ti...

    Creo que cuando hay un buen libro pasa de generación en generación en lo personal he recibido recomendaciones de libros que hace mucho tiempo leyó mi padre...Mis hijas leen los libros que yo leí hace varios años al igual por recomendación mía...un buen libro pasa de generación en generación...


    Besos

    Nina

    ResponderEliminar
  3. Me cuesta creer que exite un dios que permita la mayoría de las burradas que se comenten diariamente en este mundo, querido anónimo/a.
    Efectivamente, el fallo es común (de TODOS),pero eso pertenece a la individualidad y al libre albedrío, no a un dios caprichoso y justo con quienes están con él.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por el comentario y por la visita, Nina.
    Besos!

    ResponderEliminar
  5. QUIEN CREO A DIOS PARA CREAR EL UNIVERSO? PARADOJAS, QUE SOLO POR LA FE,SE PODRÍAN EXPLICAR...CUSTION QUE EN MI NO EXISTE NO CREO EN DIOSES....GRACIAS POR PASAR....Y COMENTAR Y SER SEGUIDOR!
    UN ABRAZO
    LIDIA-LA ESCRIBA

    ResponderEliminar