La revolución de los gestos asemeja el fotograma congelado
de aquella película.
Siempre nos quedará
París, murmura en silencio.
Pero la ciudad no tiene puerto donde amarrar y
él debe continuar la singladura.
La estancia
vacía, bruna, apenas envelada por débiles rayos de sol, susurra al oído del
visitante palabras amables y sensuales: las últimas estrofas de un poema
llamado derrota.
Ya nada queda.
Todo fue, sin ser todo para nada, excepto su
cuerpo absorto en la penumbra de la clarividencia.
El camino mojado, los muros
de hiedra, el aplauso sordo de los mancos, la sombra del sauce, la canción…
¡tantos compañeros que acompañan!
En un hilo
de voz la vida no sonríe.
Nunca seré el nombre que prenderás
en tu talle, jamás una caricia
que recordar cuando te resuelvas en polvo.
Rafael González Serrano / Presencias figuradas (Vitruvio 2006)
Siempre vale la pena volver...
ResponderEliminarUn abrazo
Marian
Precioso el poema, :). Un beso.
ResponderEliminarte dejo aplausos para tan bello poema... Que tengas un buen fin de semana
ResponderEliminarBesos
Amigo José Luis, me agrada enormemente el que unos versos míos sean el broche de esos estupendos textos reflexivos-existenciales y, por supuesto, poéticos.
ResponderEliminarY siempre eres bienvenida Marian.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias María.
ResponderEliminarAhora pasaré a verte.
Un beso!
Nunca faltas Nina.
ResponderEliminarSiempre en deuda contigo...un beso fuerte!!
Sabes que tus versos siempre me han gustado, Rafa.
ResponderEliminarEspero poner más para que la gente los disfrute.
Un abrazo!!