martes, abril 24, 2012

Letras propias: Amor de alquiler

                     Amor de alquiler


Dejarse ir permutando
tu inquebrantable designio.

Sonreír.

Evanescerse
como un nudo de sílabas
desglosándose en acertijos.

Disfrutar
de tu cuerpo transparente
con promesas irrenunciables.

Ser
un amante barato y clandestino.

               De Rastros perdidos

martes, abril 17, 2012

Grandes letras ajenas. Francisco Brines

LA DIMISIÓN DEL TESTIGO

  Y cómo he madurado. Bajo esta luz ya muerta
soy el otoño. Hay una luz, que es frío,
                                                            negra, negro.

   Aguardaban mis ojos aquí que el cielo fuera brasa
y siempre aparecían los astros, puros, vivos,
en el mismo lugar (y antes que el hombre fuera
y que fuese la flor y el ave),
con la exacta hermosura de lo eterno nacido.
Nada importaba entonces pasar.
La luz permanecía y era eterna.
La juventud del mundo, su gozoso latido,
daba en sí testimonio de mi vida.
 ¿Quién podría apagar las llamas de mis ojos?
Destellaba el vivir,
y yo testimoniaba la existencia.

   Ahora miro ese cielo
y veo que su luz también ha envejecido.
Los astros no eran jovenes. Ni eternos.
Y no he testificado, con mi vivir,
ninguna permanencia.

   El espíritu negro me dará su cobijo,
y el espíritu blanco, naciendo de él, conocerá la esencia de la
   Luz,
su Inexistencia.

                                    De La última costa (1995)

lunes, abril 09, 2012

Grandes letras ajenas: Rafael Espejo

AMOUR FOU

Apaguemos la vela y en silencio
hagamos el amor palpando sombras.
Que crujan de placer nuestros desnudos.

Que las ondas de aliento entrecortado
te rosen el fulgor de los pezones.
Bebamos de esta miel la noche toda.

Luego me marcharé sin despertarte:
me dejaré ningún beso dormido
sobre tus labios blandos y entreabiertos.

Y olvidaré las calles que desande,
por si vuelve a surgirnos la ocasión
de querernos como desconocidos.

         Rafael Espejo, El vino de los amantes

lunes, abril 02, 2012

Improvisaciones en un diario

Pasado.

Un breve respiro.
Un instante retardado para sujetar la brida inquieta que marca las mejillas.
Un fuego herido por granizo.
Un dolor ajado que viaje desde una esquina al límite de lo impertinente.
Un reposo.
El vacío bisiesto del calendario.
Los días sin susurros.
Los labios mordisqueados y las muelas rotas.

Las citas aceptadas en verde, los cafés numerados, las órdenes absurdas, los números imposibles, la huelga de pulgares, la pata rota de la cama antes de llegar a meta, el sol en un jardín burgués (¿qué fue de la lucha?), las noticias repetidas, las nuevas voces, el ego miserable que ansía la fama, los sacerdotes del presente y sus discípulos del futuro, la nausea de lo escrito, el dolor de lo versado...

Tantos compañeros en el destierro!!

(“Lo demás, lo que verdaderamente importa, usted lo sabe: amo más que nunca la poesía como creación extrema del hombre, me siento como siempre un aprendiz, sé que he escrito algo relativamente diferente, no me interesan el éxito literario ni la fortuna ni tampoco la farándula "socio-literaria", busco lo abierto”.

Extracto de una carta de Roberto Juarroz a W.S. Merwin, traductor de su obra al inglés. Incluida como epílogo a Décimocuarta Poesía Vertical. Fragmentos Verticales, Emecé, Buenos Aires, 1997.)