martes, abril 17, 2012

Grandes letras ajenas. Francisco Brines

LA DIMISIÓN DEL TESTIGO

  Y cómo he madurado. Bajo esta luz ya muerta
soy el otoño. Hay una luz, que es frío,
                                                            negra, negro.

   Aguardaban mis ojos aquí que el cielo fuera brasa
y siempre aparecían los astros, puros, vivos,
en el mismo lugar (y antes que el hombre fuera
y que fuese la flor y el ave),
con la exacta hermosura de lo eterno nacido.
Nada importaba entonces pasar.
La luz permanecía y era eterna.
La juventud del mundo, su gozoso latido,
daba en sí testimonio de mi vida.
 ¿Quién podría apagar las llamas de mis ojos?
Destellaba el vivir,
y yo testimoniaba la existencia.

   Ahora miro ese cielo
y veo que su luz también ha envejecido.
Los astros no eran jovenes. Ni eternos.
Y no he testificado, con mi vivir,
ninguna permanencia.

   El espíritu negro me dará su cobijo,
y el espíritu blanco, naciendo de él, conocerá la esencia de la
   Luz,
su Inexistencia.

                                    De La última costa (1995)

2 comentarios:

  1. Me lleno de sensaciones de nostalgia de tristeza, me dejo un hueco en el estomago.... es bello y triste.. Gracias por compartirlo

    Besos

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  2. Gracias a ti por aparecer Nina.
    Besos!!

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