Pasado.
Un breve respiro.
Un instante retardado para sujetar la brida inquieta que marca las mejillas.
Un fuego herido por granizo.
Un dolor ajado que viaje desde una esquina al límite de lo impertinente.
Un reposo.
El vacío bisiesto del calendario.
Los días sin susurros.
Los labios mordisqueados y las muelas rotas.
Las citas aceptadas en verde, los cafés numerados, las órdenes absurdas, los números imposibles, la huelga de pulgares, la pata rota de la cama antes de llegar a meta, el sol en un jardín burgués (¿qué fue de la lucha?), las noticias repetidas, las nuevas voces, el ego miserable que ansía la fama, los sacerdotes del presente y sus discípulos del futuro, la nausea de lo escrito, el dolor de lo versado...
Tantos compañeros en el destierro!!
(“Lo demás, lo que verdaderamente importa, usted lo sabe: amo más que nunca la poesía como creación extrema del hombre, me siento como siempre un aprendiz, sé que he escrito algo relativamente diferente, no me interesan el éxito literario ni la fortuna ni tampoco la farándula "socio-literaria", busco lo abierto”.
Extracto de una carta de Roberto Juarroz a W.S. Merwin, traductor de su obra al inglés. Incluida como epílogo a Décimocuarta Poesía Vertical. Fragmentos Verticales, Emecé, Buenos Aires, 1997.)
Lo pequeño, lo "sagrado", lo escondido... Me gusta.
ResponderEliminarQué bueno el extracto.
Otro beso pa compensar ausencias.
Un abrazo, Paloma!
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