CARTA TARDÍA
¿Qué
es lo más alto?
Poder sufrir con ánimo alegre la contrariedad,
Llevar
cuanto sucede como si lo hubiésemos querido.
Séneca
Todo
empezó un jueves, ¿te acuerdas?
Ambrós y
Peñascales tenían casi cuarenta años menos -exagero, como siempre: algo más de treinta- y las manos de los cedros de aquel parque ondulaban detrás del mar de
la ventana.
Mientras
mi madre zurcía mis rodillas fui creciendo entre vinilos, billares y poemas
sordos que nunca llegaron a tus oídos. Porque nunca quise hacer palabras de mis
sueños y sí versos de mis dolores.
La
ciudad adolescente, mímica y triste, velaba mis pasos con lágrimas de huida,
restos de cigarrillos y desgreñadas esquinas recién despiertas después de una
noche de borrachera.
Como un
ciego leí tus dedos, besé las letras de aquella única carta y escribí tu adiós
con el escozor de una quemadura incurable, dejando a Jackson Browne la
interminable terapia de esos días.
Tantos
nombres propios, tantos miedos, tantas heridas de lluvia y charquitos pisados,
tantos duelos...
Todo
empezó un jueves.
Recuerdo.
Pero han pasado muchos años y han
dolido muchos muertos.
Y desde esta penumbra del mundo,
yo –que no tengo término medio- siento
muchísimo no poder decirte a ti, a mí, a lo nunca nuestro, que llegué
tarde.
Que
casi morí como ellos.
Que
la cicatriz de la herida formó un surco inmenso donde planté billetes de metro,
páginas llenas de escorias y frases huecas, un libro desguazado, un suspiro
difuso, toda una vida ajena a aquello…
Y
un trigal infinito en el que cada espiga fue un recuerdo.
Pero
hoy sólo eres un rostro borroso entre las súplicas que emití.
Y
escribo nuevos versos para el futuro queriendo llenar las páginas de letras
vivas, con el reencuentro de lo que fue sentido y alguna vez se perdió.
Y
llevo todo lo alegre que sucede porque he apostado contra la contrariedad.
Como si lo hubiese querido.
El dolor de los recuerdos, la materia prima de los poetas. Como bien dices: "Porque nunca quise hacer palabras de mis sueños y sí versos de mis dolores".
ResponderEliminarPorque amar de verdad duele, Cristina.
EliminarBesos!