Sospecho
que el buen tiempo
pasará
pronto. Y los días nublados, de lluvia
oscura
y pertinaz, vendrán como las hordas
bárbaras:
sin aviso, por sorpresa.
No
tengo víveres ni abrigo, pero no temo
el
asedio inmisericorde que me aguarda
este
invierno.
Mi
único miedo es que el tiempo siga
mostrándose
tan lento, tan criminal,
tan
sinsentido. Que no mate
y
siga hiriendo.
Que
ese tiempo recele del futuro
y
no quiera llegar a él.
De Un tiempo de adiós
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