Repíteme tu
nombre.
Entonces
soñaré secuencias
alimentando
mi descanso,
imaginando
lo que no es.
Pregúntate
en el ángulo
del misterio más latente,
dónde tus
actos se hacen vulnerables,
qué
respuestas esperas a tantos mensajes enviados.
Apenas acabe
el día
seguirás
siendo un intento,
un instante
de marejada
que ahogará
mi inconsciencia muda
mientras
observo cómo no estoy
en las horas
de las contestaciones.
Repíteme tu
nombre en la lluvia,
en el
extraño vientre de la lentitud
donde
descansa el roce de un lamento
y el
consuelo íntimo de la vigilia.
Pregúntate
si el temblor de tu sombra
sobrevive al
desvanecimiento de sus palabras
encendidas,
a la desazón del no saber,
al
ofrecimiento de lo ignorado.
Jamás así
serás sombra silenciosa.
Acaso
soledad transparente en la superficie
del perfume
que azota el despertar
de otra mi
noche desazogada,
huésped
olvidado de los ojos de arena,
aliento de
astros moribundos.
Repíteme tu
nombre.
Dime qué
dices para no decirlo,
qué dice
para no escucharlo,
cómo
arrancar mis ojos para no ver
un fantasma
más
al que no se
puede dar alcance.
Un poema pleno de intención, duro, pero enormemente vital, José Luis.
ResponderEliminarGracias Paco: un orgullo tu comentario.
EliminarGracias.
Abrazos miles!!!