lunes, septiembre 07, 2009

Pasado.

../..”Siempre el plenilunio llueve sobre mi cabeza”. ../..
Luis Felipe Muñoz

Uno de estos días ha de hacer un serio análisis introspectivo de su persona, de sus fluctuaciones, de sus campos sesgados, de lo que le motiva a escribir, de la necesidad de sus soluciones, de la enésima enumeración, del arpa del corazón que suena como un simple susurro, de su cansancio...
Quizá se está engañando e intenta unir los pedazos de su alma con gotas de agua de lluvia utilizándolas como si fueran Loctite. Quizá su ceguera sea tan infinita, escueza tanto, que ni siquiera tanteando adivinaría la forma o la textura de los deseos envueltos en papel de indiferencia con lacito de improvisación transitoria. El tac-tac del teclado castañetea como si tuviera tiritera. Se detiene y piensa en Icaro, en su sueño de volar y en esa desesperación que debió sentir al pasar cerca del sol con sus alas de cera y, al derretirse éstas, caer al suelo como un pesado fardo. Todos quieren volar y adornan sus alas de cera con los colores de propios ánimos para desplegarlas al cielo con la jactancia de un águila gigante que muestra su poderío. El fin siempre es el mismo: una colosal caída.

../.. “y ahora me entero que el volumen de mi corazón es sólo cuatro veces pi por el radio al cuadrado. ¿O será al cubo?”.../..
Luis Felipe Muñoz

Esta noche sería una de esas típicas noches en las que se perdería en el bullicio y la solfa de diversos garitos de pésima reputación, con fauna variopinta, para llenar su joroba de alcohol y olvido. A pesar de que uno ya no es lo que era y se van perdiendo facultades, ocasionalmente es necesario desconectar el conmutador del razonamiento puro y hacer que el sinsentido viva su libre albedrío. Algún día podrá disfrutar la amnesia todas las horas del día y de la noche. Será una buena época para comenzar unas olimpiadas de evasión y de olvido, para embestir a la noche que le recibe por chicuelinas, para ver amanecer desde el coche en cualquier sitio desconocido, para ratificar que nada ocurre sin la intervención de los conjuros de los duendes, para olvidar (aunque sea durante el intervalo de la embriaguez) este claustrofóbico panorama que apuñala su espalda sin aviso.
Soledad para un derribo.


../..”Y yo sé que no puedo darles nada. Como ellos
soy un resto, una fuga,
una angustia cercada de horizontes difíciles,
un pulmón oprimido por tiránicos puños,
una estancia, vacía de divinas presencias,
cuyos muros gotean de sudor y de llanto.”.../..
Ángela Figuera


“Ella valía mucho más que yo. Yo era muy pobre, casi un mendigo, y cuando ella me besaba mis ojos permanecían muy abiertos y se llenaban de angustia: esperaban, durante cada beso, que apareciera el cobrador más inflexible, el cobrador más justiciero.”
Pedro Casariego Córdoba

2 comentarios:

  1. Que sepas que te leo, aunque no te lo diga. Y me encanta.
    Céspedes

    ResponderEliminar
  2. Y siempre eres bienvenido. Y un lujazo tu lectura.
    Un abrazo, amigo!!

    ResponderEliminar