Pasado.
Se va acercando, inquebrantable, el paréntesis que abre sus fauces devorando cifras cuantificables.
El manto gris del cielo arropa el inicio de la distancia medida en ecuaciones inexistentes, las agendas de los prohombres que subyacen anegadas de citas importantes y palacios conquistables, allende las fronteras, mostrando sus afiladas agujas al centro del firmamento, espirituales y majestuosas, sobresaliendo por encima de la niebla vulgar de la mísera tierra.
El manto gris del cielo arropa las estancias de las princesas, los colchones de sus lechos y los pequeños cofres portadores de anécdotas con nombre propio; el mármol de las estrofas, la cuerda de las escalas, las rosas compradas con las últimas comisiones, los tesoros acumulados, la posición de lo eventual.
El manto gris del cielo arropa embustes y verdades a medias, posturas y guiños de cara a la galería, harapos y parches de última moda, praderas sembradas de inconvenientes y silos reventados de excusas.
Y todos caminamos bajo ese manto gris, como lobos envejecidos por la soledad y el hambre de vida.
"Mi misión es matar el tiempo, la suya matarme a mí. Se está perfectamente a gusto entre asesinos."
E. Cioran
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