VIAJE
EN EL DORSO DEL DESTINO
Si temblasen un instante mis manos
como estos gorriones que bailan al
viento,
podría reconocer el miedo en la
despedida
justificando un escalofrío.
He vencido:
la derrota es mía.
De esta obsesión astigmática,
de este asaltar el destino,
de este adiós fraudulento,
un viaje colgado en la catenaria de la
tristeza
-desde nunca a nunca más-
con un billete hacia ningún motivo.
De Rastros perdidos
Tal vez sea mejor no reconocerlo...
ResponderEliminarBesos
Gracias Nina!
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