martes, abril 17, 2018

Nonsenses VII




            Ella oculta sus pecados en una tela transparente.

            Dibuja, con aparejos traídos del desorden, un caos predefinido imposible de creer.
            Salvo por ella misma.

            Él duerme su escepticismo con la ayuda de cápsulas enlatadas de colores.

            Y reposa, tranquilo, los posos de la cofradía que procesionan en las calles inhabitadas de su mente.
            Velas y flores para la lengua inerme que no canta las estaciones.

            En el fondo de los pozos la negrura de lo remoto.
            O lo consabido y certero.

            La confirmación de un supuesto es la afirmación de un temor fundado.

            Al final, la noche para fundirse en la soledad.

            Y el agradecimiento al destino por vivir en las imperfecciones.


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