miércoles, julio 07, 2010

Presente.




















Desde la aparición del libro Insistir en la noche de Rafael González Serrano (de cuya presentación pude disfrutar hace un par de meses, en un acto organizado por Vitruvio, bajo la batuta de Pablo Méndez) he querido leerlo y releerlo hasta citarlo en este mi pequeño espacio.
Evidentemente, cuando hablo de Rafael González Serrano no puedo ser objetivo: la amistad es un muro lo bastante sólido como para no dejar paso a la visión de los defectos, si los hubiera. Y, por supuesto, no voy a desmembrar el libro en una crítica meticulosa cuando considero que cualquiera que lo lea sacará sus propias conclusiones.


Juega Rafael en Insistir en la noche a buscar e indagar lo extraño, lo no acontecido, lo ignoto (ya nos avisa en el prólogo: La noche es, aún más, el territorio de lo desconocido, de lo que no se sabe y ha de ser interpretado) con un estilo, ese suyo, tan personal y que difícilmente podría confundirse con otro autor: poemas largos, trabajados, rítmicos, con un amplio surtido de formas métricas y con ese fondo tan particular a la hora de crear y que ya percibimos en sus dos obras anteriores. Incluso -novedad sorprendente- se atreve con un soneto (Rumor de rebeldía) que nos deja con hambre de más. Hay, incluso, varios posos de soledad, desengaño, ironía..atizados con la pluma desinhibida de un autor que sabe lo que escribe y cómo quiere escribirlo.

Es un acto trabajado la lectura de Insistir en la noche, un reto permanente para comprender los ocultos significados de las variadas formas que utiliza el poeta en cada título: un menú exigente para gourmets entendidos.

Como no voy a entrar en más consideraciones os dejo algunos versos de los distintos poemas de esta última obra de Rafael González Serrano.
Enhorabuena, amigo, por el alumbramiento!

Los senderos se escriben
sobre libros de agua (De Clépsidra)

No anochecen horas, son
instantes adelgazándose
por la trama inconsútil
de la túnica del olvido (De Encrucijada)

El polvo de la memoria
duerme en sábanas,
sudarios que amortajan
los muebles sepultados (De Casa deshabitada)

Hay calles donde la lluvia
arrastra promesas abandonadas (De Dolor de calle)

Alimento saltos en el tiempo
buscando mapas sin fronteras (De Tigres en la niebla)

Gotas de instantes destilados
resbalan del alambique del insomnio (De Insomnio)

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