Presente.
INFIDELIDAD
Hace falta sufrir mucho,
sentir sulfuro en las lágrimas,
poder perder,
para llegar a entender esos signos
que nos marcan el dolor en el alma
como a reses metafísicas dispuestas
al matadero.
Y pedir perdón
por aquellos rutilantes días del pecado
circunstancial.
(De Rastros perdidos)
Esto es lo que yo llamo un poema con fuste. Muy bueno, poeta.
ResponderEliminarAbrazo
Un poema que remueve y retuerce, magnífico.
ResponderEliminarAplauso y un besazo.
Agradecido, prolífico amigo.
ResponderEliminarSigo tus incansables entradas.
Un abrazo.
Aplausos y besos para ti, Paloma: otra incansable autora!!
ResponderEliminar¡ay, aquellos rutilantes días del pecado circunstancial!¿dónde están, que los añoro?Un besazo, poeta
ResponderEliminarSeguramente los tendrás cuando menos te lo esperes, querida Marisa. Y mira que te hacía yo descansando de estos viajes por la red.
ResponderEliminarCuídate, amiga!!
Hay pecados que duelen, pero es el dolor que producen lo que nos hace mas fuertes.
ResponderEliminarBesos señor Jose Luis.
O puede que a ese dolor acabemos acostumbrándonos y, más aún, dependamos de él como yonkis danzantes.
ResponderEliminarGracias por su visita, señora Maile.
Lo suscribo. Un magnífico y doloroso poema. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Rodolfo: siempre es un placer tenerte por aquí.
ResponderEliminarAbrazos!