martes, septiembre 16, 2014
Letras ajenas: Pedro Antonio González Moreno
EL CERCO
Ahora que la noche
tiene ese aroma de la fruta
madura y llueve, ven
aquí. Sin prisa; deja
que el agua y la luz discurran
ya sin nosotros; ven, acércate
a este fuego. Las llamas
arden para los dos. No importa
que no haya velas encendidas.
Basta con avivar
de cuando en cuando los rescoldos. Echa
algún recuerdo (la memoria arde
como las ramas secas
de un nido); dale al fuego
todo lo que te pida, todo
lo que no sea posible
retener en los labios. Será larga
la noche, sin embargo
será más largo aún
el sueño. Ya no importa
salir al mundo, porque al otro lado
de estos cristales, puede
que el mundo ya haya sido borrado por la lluvia.
Sólo es preciso alimentar la lumbre
con más recuerdos, con
más mapas de ciudades e islas que habrán sido
también borradas por el agua. Sólo
procura que este fuego no se apague.
Haz un ramo de luz con esas llamas
para hacer frente al sueño o a la noche.
Antes de que la muerte
nos ponga cerco, llena
las copas. Nadie sabe
cuándo amanecerá. Sólo sabemos
que queda fuego para compartirlo.
Ahora que este oficio,
el de vivir sin más, se nos acaba
es el momento de avivar la hoguera.
Ahora que el invierno
se adueña poco a poco de las cosas.
Ahora que está todo
dispuesto y como a punto de soñarse.
Ahora que ya conozco tu nombre
y sé que nunca
tendrá un nombre más bello la derrota.
De Anaqueles sin dueño (Ed. Hiperión)
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