En
el bar de Alberto todos
preguntan
por ti. Se asombran
de
mi delgadez y profetizan
demiúrgicas
proposiciones.
Al
llegar la madrugada ya no quedan
lágrimas.
Sólo cuatro locos cantan
las
canciones que escupe el ordenador
y
la vida se va haciendo
borrosa
y somnolienta.
¡Lástima
que en lo que queda de noche
no
pueda tomarme un lormetazepan!
De Un tiempo de adiós (Editorial Vitruvio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario